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El

puente

El puente de Pedrosa

¿Cómo medir la cultura de un pueblo o de una sociedad?

Gandhi decía que se podía medir "por cómo su gente trata a los animales". Nada que objetar al respecto, diciéndolo Gandhi, dicho queda. Otros autores hacen alusión al nivel intelectual de sus gobernantes; ¡Dios mío!, que no sea esta la vara de medir nuestra ilustración, nuestro grado de civilización, nuestra, en definitiva, humanidad.

¿Podríamos medir nuestra cultura por el respeto a la naturaleza? ¿Y por el respeto a nuestra historia?. Me parece que con ninguna de estas mediciones íbamos a obtener, como sociedad, una calificación que nos evitara el sonrojo, el bochorno y la vergüenza de no alcanzar un mísero aprobado.

"La cultura de un pueblo se mide por el respeto y conservación de su patrimonio urbano, histórico y cultural" (Blog Canarias ahora). Me gusta esta definición pero, ¿en qué lugar nos deja cuando observamos el puente de Pedrosa? ¿Es esto un buen ejemplo de conservación de nuestro patrimonio? ¿Un puente medieval, o quizá de origen romano no es un patrimonio digno de conservación? ¿Qué le hace a una iglesia muy posterior (siglo XVI) más merecedora, más digna y meritoria de ser salvada de ese holocausto infame que supuso el embalse de Riaño? Con el poder "púrpura" hemos topado. Bienvenido sea para nuestra iglesia.

Vaya por delante lo orgullosos que estamos de nuestra iglesia y lo satisfechos con ese mal menor que supuso que, piedra a piedra, haya sido trasladada  a otro entorno donde podemos seguir admirándola y donde nos ha de servir para mitigar la desoladora imagen de nuestro puente que, verano tras verano, emerge con nuevas cicatrices que, si nadie lo remedia, presagian un final aflictivo, amargo y, ¿porqué no decirlo? vergonzoso y deshonroso para una sociedad que una vez más está lejos de respetar y distinguir el trabajo y la memoria de nuestros ancestros.

[...] Casi todos los estudiosos que del tema han entendido coinciden al afirmar que en este paso de Pedrosa existió desde época romana un puente, por el cual cruzaba la calzada que venía por el Valle del Cea, y atravesaba el puerto del Pando para bajar a Tierra de la Reina, donde enlazaba con la calzada del Esla. Esa romanidad acaso también permanezca en muchas de sus piedras, reutilizadas desde entonces en las diversas restauraciones que se han llevado a cabo desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. Así es, que aparecen enigmáticas marcas en algunos de sus sillares, a saber: cruces, letras y números romanos. En uno de los sillares se distingue perfectamente V –I. [...]

[...] Otro argumento que apoya la antigüedad del puente es el lingüístico. Como una pepita de oro mezclada con los derrubios del río, así se ha conservado el hidrónimo prerromano TOLLO, elemento estricto de la construcción interna, aplicado a uno de los arquitos del puente por donde desaguaban las charcas de la Riana, éste último nombre, un híbrido hidronímico latino-prerromano, que tiene su equivalente en Riaño. Posiblemente los que vieron levantar el puente aún no sabían hablar latín y con esta palabra (tollo) denominaron y sellaron la antigüedad del emplazamiento. [...]

Tres fotos descargadas del blog CAZANDO PUENTES. (http://loboquirce.blogspot.com/)

[...] El puente al día de hoy, consta de tres bóvedas: la central ojival, y las  laterales de cañón.

Los materiales que lo forman: el sillarejo y la mampostería, menos en las bóvedas, la imposta y pretiles que son de sillería. Aguas arriba, las pilastras presentan un tajamar de forma triangular y otro de forma semicircular. Aguas abajo, los tajamares son de planta rectangular y escalonada; ambos rematan en un sombrerete también piramidal. Ninguno de los tajamares llega a la altura de la imposta sobre la cual se apoyan los pretiles. La anchura es de unos 4 metros, semejante a la media de muchos de los antiguos caminos conservados desde Cistierna hasta los Picos de Europa.

En 1845 el Diccionario de Madoz dice que en Pedrosa existe “ un puente de piedra calar de 4 ojos”. Don Antonio de Valbuena, en 1893, en su CONFERENCIA SOBRE EL ORIGEN DEL RÍO ESLA, enmienda la plana a Madoz y dice: “ que no es de piedra calar sino de piedra de grano; ni de cuatro arcos, sino de siete entre pequeños y grandes”. [...]

[...] El puente de Pedrosa  y la iglesia de San Martín, actualmente en  Riaño, son las únicas señas de identidad de los pedrosanos. Este puente, que resistió durante siglos las embestidas del río, nos tememos que no conseguirá sobrevivir a las mareas del mar muerto que estacionalmente lo cubre, ni a los ladrones y desaprensivos que roban sus sillares ó los arrojan a las fangosas aguas como divertimiento veraniego. Ningún país que se precie destruye sus activos económicos. El puente de Pedrosa es un bien patrimonial de primer orden y, como tal, un activo económico susceptible de ser aprovechado y optimizado dentro de un espacio turístico. Ojalá Patrimonio, el Grupo de Acción Local ó los políticos  que entienden en esto y manejan los dineros, trasladen el puente y lo salven de una destrucción segura.

Es contra natura que las aguas pasen por encima de los puentes. Súbanlo un poco más arriba, junto a la ermita de Santo Tirso: el lugar se convertirá en un pequeño museo al aire libre y devolverá la obra a su prístina naturaleza. El innegable interés histórico y artístico del puente reclama una intervención urgentísima, no sea que en el futuro se acuerden de nosotros para maldecir la poca sensibilidad que tuvimos para conservarlo. No se olviden de la obligación moral que tienen con las generaciones que nos han de suceder. La responsabilidad en último término recae sobre aquellos en los que radica el conocimiento del tema y la potestad para tutelar los bienes patrimoniales.

 La Montaña de Riaño ya perdió bastante patrimonio bajo las negras aguas del pantano, salvemos éste resto majestuoso del bien hacer de nuestros antepasados. [...] (Párrafos extraídos de la Revista Comarcal de la montaña de Riaño)